Política sin políticos y Poder sin poderosos

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02 mayo, 2019 Por Guillermo Sullings

Hay quienes se han referido a la política como el arte de gobernar y administrar a una sociedad para lograr el bien común, y hay quienes se han referido a la política como el arte de alcanzar y mantener el poder. Podría pensarse que ambos puntos de vista son complementarios, ya que para poder gobernar y administrar una sociedad, primero hay que tener el poder de hacerlo, y a la vez una correcta administración favorece la permanencia en el poder del gobernante.

Sin embargo, desde hace mucho tiempo que las malas artes con las que se obtiene el poder tienen su correlato en administraciones que defienden el interés de unos pocos y no el de la sociedad en su conjunto. Cuando se llega al poder a través de la fuerza bruta, o con la seducción del dinero, o mediante la manipulación, el chantaje o la mentira, difícilmente se utilizará ese poder para el bien común. Cuando alguien se propone llegar al poder para cumplir nobles ideales, y para lograrlo toma el atajo de la especulación, está cruzando una frontera sin retorno.

Pero también ocurre que muchos de los que genuinamente quieren el bien común, desisten de la carrera hacia el poder, precisamente para no traicionar sus principios, sin darse cuenta de que en tal abandono están traicionando sus mejores aspiraciones. Y así va quedando la política en manos de especialistas en el manejo del poder.

También están los que rechazan la idea misma del poder porque consideran que corrompe, y otros porque su simple ejercicio supone la subordinación de unos seres humanos hacia otros. Y así va quedando el poder en manos de quienes disfrutan subordinando a otros.

La humanidad se encuentra en un callejón sin salida, no existiendo un canal adecuado para que las aspiraciones de la mayoría se transformen en acciones que modifiquen la realidad. La presión acumulada seguirá estallando en catarsis de violencia, caos y suicidio.

Es necesario derribar los muros de esta trampa y construir los caminos en los que pueda transitar la libertad y la intención humana. Es necesario construir circuitos de comunicación humana por donde circule el poder real de la sociedad, porque si el poder circula, no se acumula. Claro que para construir esos canales debe también existir la gente que los use, y eso será promoviendo el despertar y la rebelión frente a la decadencia actual. Y esa tarea ardua solo se podrá llevar a cabo con la energía de la coherencia interna, y no con la expectativa del resultado, ya que éste también dependerá de cómo avance el nivel de deterioro social e institucional, para que el protagonismo de la gente se vuelva una necesidad imperiosa y no una mera teoría.

Pero cuando por necesidad, los grandes grupos humanos comiencen a hacerse cargo del destino social, habrá que tener claros los caminos y los procedimientos, porque en épocas de confusión también podría cualquier líder carismático manipular la situación y concentrar nuevamente el poder.

El poder debe estar desconcentrado, pero lo que está desconcentrado para ser poder debe estar organizado, de modo que sea un poder invisible que no hace sentir su peso sobre ningún ser humano, pero que se manifiesta como barrera infranqueable cuando alguien pretende concentrarlo.

Escrito por

Guillermo Sullings

Economista, miembro del Movimiento Humanista de Argentina, autor de varios libros entre los que destaca "Economía Mixta" y "Encrucijada y Futuro del Ser Humano - Los pasos hacia la Nación Humana Universal", publicados en diversos idiomas.


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